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El pleito del collar


Lo que se conoció como "pleito del Collar" se refiere a la extraña peripecia que aconteció con un histórico collar de perlas que infante don Antonio regaló a la vizcondesa de Termens y su reclamación posterior.
El collar de perlas sería uno de los que poseyera la infanta María Luisa de Borbón, hermana de la reina Isabel II y casada con el duque de Montpensier. En la escritura de testamentaría que otorga a su hijo el infante Antonio en 1898 se relacionan entre las alhajas los siguientes aderezos de perlas:

1. Collar de tres hilos con doscientas catorce perlas néctares.
2. Broche para el mismo gran perla con cerco de brillantes.
3. Brazalete de tres hilos con noventa y cinco perlas y broche gran perla concerco de brillantes.
4. Par de aretes perlas en su estuche.
5. Peineta con once perlas y cerco de brillantes...


Cuando su relación sentimental se rompió en 1914, Antonio de Orleáns acuciado por las deudas presentó en 1919 denuncia por la pérdida del mismo en un juzgado parisino señalando que estaba en poder de la Infantona y que sospechaba que lo guardaba en la caja fuerte de un banco.
Sin embargo, la vizcondesa de Termens declaró que el Infante le vendió en 1904 una parte de las alhajas de su madre, la duquesa de Montpensier. El collar figuraba entre ellas, con 106 perlas y se valoró en 225.000 pesetas, y que el infante lo recobraría en 1905, mediante el pago de la misma suma. Cuatro años después, aquél revendió de nuevo la alhaja a un joyero parisino, que en 1909 se la traspasó a la declarante. Añadía la Vizcondesa que el Infante le administraba sus bienes, hasta que en 1911 hubo de retirarle la autorización por irse ella a casar. El Infante dio su asentimiento, y de su puño y letra redacto el inventario de las alhajas de la Vizcondesa, entre las que figura el collar.
En 1920, el el juez instructor parisino M. Cruz resolvió sobre el pleito del collar. En su fallo reconoce que la vizcondesa de Termens compró el collar de perlas materia de litigio al joyero M. Tonnel, establecido en París en la rue de Paix, 12. Y admite la validez de la compraventa en virtud de la factura presentada de por la cantidad de 150.000 francos, hechos que fueron reconocidos por el propio Infante que también declaró que jamás había estado en su ánimo injuriar, ni calumniar a la Vizcondesa, la que a su juicio había procedido de buena fe y completa lealtad.
Los interesados acataron la resolución del Tribunal y convinieron posteriormente que la Vizcondesa vendiese, de nuevo, el collar al Infante. Así pues quedaba claro, que la Infantona tenía razón cuando afirmaba que era dueña legítima del collar y que la denuncia era una mentira más de Antonio de Orleáns para intentar recuperar parte del patrimonio derrochado.